11/04/2012 - 13:20
El 23 de Abril, Sant Jordi, se celebra en Cataluña una de las fiestas primaverales donde la rosa es la flor protagonista. Pero, nos hemos planteado alguna vez ¿de dónde provienen?.
Este año para celebrar un Sant Jordi más justo os proponemos la lectura del artículo "Las raíces de las flores" de Ferran Garcia, miembro de la campaña No et mengis el món, destinada a promover el reconocimiento de la deuda ecológica y la exigencia de la sobirania alimentária de los pueblos.
En este artículo, elaborado en 2005, se explica que para conseguir una rosa no hay que ir demasiado lejos; el rosal es una planta que se da bien en nuestra tierra. Sin embargo, cada vez compramos más rosas cultivadas en tierras tan lejanas como Colombia o Zimbabwe, y con unas formas de cultivo que generan muchas injusticias y problemas ambientales. En 2005 se vendieron 5 millones y medio de rosas, el 60% eran de importación. El año pasado, según Europa Press, la cifra de ventas fué de 5 millones, el 80% de importación.
Con estos datos, vale la pena conocer y valorar diferentes alternativas para disfrutar de las flores. Para ello hemos pensado recuperar este artículo que publicamos en el número 17 d'Opcions.
LAS RAÍCES DE LAS FLORES
"Barcelona, 23 abril del 2005: una pareja se regala una rosa roja. Funza, Colombia, a 24 km de Bogotá: Aydé Silva padece un trastorno nervioso, fuertes dolores en todos los músculos del cuerpo, hormigueo, y pérdida de sensibilidad y fuerza en piernas y brazos. El médico de la Clínica Universitaria Teletón le pregunta de qué trabaja y Aydé le dice que con las flores, como todo el mundo. El médico asiente con la cabeza." (Historia real recogida por Corporación Cactus, una asociación de trabajadores de las flores colombianas. www.cactus.org.co.)
Las dos historias son las dos caras de una misma moneda. La rosa que la pareja se ha regalado entre sonrisas en Barcelona, 20 horas antes estaba en las manos de Aydé.
EL MERCADO DE LAS FLORES
El Sant Jordi de 2005 en Cataluña se vendieron 5'5 millones de rosas; el 60% eran de importación, según publicó el portal www.catalunyainformació.com. De cada 10 flores importadas por Cataluña, 3 proceden de Colombia, 1 de Ecuador y 6 de Holanda. Holanda, de hecho, actúa como mercado central europeo: recibe una lluvia de flores de todo el mundo que después distribuye por toda Europa. Según el Ministerio de Comercio Exterior de Colombia (www.mincomex.gov.co), el 70% de todas las flores comercializadas en Europa pasa por las subastas holandesas. Otros exportadores importantes son Kenia y Zimbabwe.
En España las flores que más se cultivan y se compran (alrededor de un 80%) son las rosas y los claveles. La mayoría de las flores que compramos son de producción propia: un 80% de las rosas, un 90% de los claveles y, de media, un 75% del resto de flores (el porcentaje varía según el tipo de flor). A pesar de eso, desde 1985 hasta el 2000 como muestra la siguiente gráfica: cada vez se importan más.
Entonces: ¿Qué ocurre en las zonas productoras de estas preciosities? Veamos por ejemplo el caso de Colombia.
EN COLOMBIA
Cuando el avión está a punto de aterrizar en Bogotá, los ojos se te van hacia un inmenso mar de plástico que se extiende por la sabana que rodea la ciudad. Es fácil ver, junto al tuyo, un avión cargado de flores acabadas de cortar a pocos metros y a punto para llevarlas a Holanda, Estados Unidos o España. Colombia es el segundo productor mundial de flores, por detrás de Holanda. Destina casi 7.000 hectáreas de invernaderos (si hiciéramos una cinta de 100 metros de ancho con el plástico colombiano llegaría de Madrid a Barcelona y todavía sobraría algo).
Laboral y social En la floricultura colombiana se dan las mismas condiciones laborales y sociales que en las más conocidas maquilas de las zonas francas de muchos países del Sur y de Europa del Este: la sindicación no se autoriza o se hace inviable con toda clase de coacciones, el 80% de las trabajadoras son mujeres que son despedidas cuando se quedan embarazadas, el horario normal es de 10 o 12 horas y se hacen muchas horas extras sin remuneración especial. En Diciembre de 2002, la ley 789 alargó el horario diurno hasta las 22h (anteriormente se acababa a las 18h). Así las empresas no tienen que pagar un plus por nocturnidad antes de las 22h, porque laboralmente “es de día”. Los contratos son de muy corta duración, el sueldo (120€ mensuales o 4€ al día, lo que pagamos nosotros por 8 rosas) no llega ni a la mitad de la cesta básica... Las consecuencias sociales y psíquicas de esta maquilización ya son evidentes en la zona. La macroeconomía nos dice que se genera ocupación (150.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos) y dinero (el valor de las exportaciones supera los 500 millones de euros anuales), pero no nos explica que los puestos de trabajo son extremadamente precarios y fugaces ni que el modelo es enormemente injusto (de lo que nosotros pagamos por una rosa colombiana sólo llega a los bolsillos de las trabajadoras un 2'5%).
Salud En Colombia las flores son el cultivo más tratado con productos agroquímicos (plaguicidas y fertilizantes sintéticos); en las patatas, el segundo, se usan 8 veces menos. Por una misma flor y época del año se usan el doble de agroquímicos por hectárea que en Holanda. Una quinta parte de los productos que se usan están prohibidos en Europa.
Este uso intensivo es el responsable, ya sea por inhalación, ingestión o por contacto cutáneo, de las altas tasas de enfermedades laborales (migrañas, gastritis, alergias, etc.) como las que afectan a Aydé Silva. Cada día se producen, de media, cinco intoxicaciones.
Medio ambiente El cultivo de flores de invernadero requiere una gran cantidad de agua. En Colombia la floricultura consume tanta agua como una ciudad de 600.000 habitantes. Esto está provocando el agotamiento de los acuíferos naturales de la zona.
Los agroquímicos llegan a las aguas y tierras y alteran los ecosistemas y la salud de la población en general. Por otra parte, el modelo intensivo de floricultura colombiano o ecuatoriano deja las tierras agrícolas con serios problemas de fertilidad al cabo de unos cuantos años de iniciar el cultivo.
Pobreza y desnutrición Todos los monocultivos exportadores conviven siempre con la pobreza. En Colombia un 64% de la población es considerada pobre y en la región floricultora una de cada 10 familias pasa hambre.
LA PERIFERIA AL SERVICIO DEL CENTRO
Lo que ocurre en Colombia con las flores no es un caso aislado. Es uno de los denominados monocultivos de exportación que se están expandiendo por todo el planeta en países y regiones empobrecidas, siguiendo la estructura de un centro económico mundial y una periferia. Simplificando, la cosa funciona así: Europa, por ejemplo, ¿quiere consumir un volumen de flores determinado? Organiza los mejores campos colombianos para abastecerse. Así, la periferia pierde un elemento clave para el desarrollo de cualquier país: la soberanía alimentaria. Colombia no destina sus recursos agrarios, pesqueros y humanos a alimentar a su población, sino a alimentar nuestros caprichos florales.
¿Por qué? Los 29.000 millones de euros de deuda externa ayudan a entenderlo: el país destina el 40% de su PIB a pagar esta deuda y necesita las divisas que proporciona la exportación. Cultivar patatas para el autoconsumo no ayuda reducir la deuda. Pero estas divisas son muy inferiores al valor añadido que el agribusiness gana con el negocio de las flores. La producción local de flores, en cambio, también sale perdiendo: sobrevivir en el mercado será cada vez más difícil.
¿Y YO QUÉ PUEDO HACER?
- Las flores no son un producto de primera necesidad. Reducir la demanda es un primer y necesario paso para permitir la reestructuración de las zonas productoras, y para evitar explotaciones y formas de comercialización insostenibles.
- Muchas veces compramos flores para regalarlas; pensemos en el papel que tendrán. En una habitación inundada de ramos difícilmente se disfruta ningunade ellas. Quizás una flor artificial hecha a mano con dedicación puede ser un obsequio más apreciado.
- Evitemos las flores quilométricas. En España la mayoría de flores son de producción local, pero cada vez se importan más. Pidamos al florista dónde se han cultivado las flores que nos ofrece, contemplemos la posibilidad de renunciar a la compra si no obtenemos respuesta o si el origen no nos parece adecuado. Así divulgamos la voluntad de no apoyar a ciegas realidades que desconocemos y contribuimos a una sociedad más consciente de sí misma.
- Quizás podemos coger las rosas directamente de un rosal. ¿Podríamos plantar uno? O, ¿conocemos a alguien que lo tenga? Y lo mismo con cualquier flor, claro.
Para más información sobre este tema, os recomendamos visitar la página web: www.noetmengiselmon.org
Y si además, tienes algo que añadir o información relevante al respecto, te invitamos a compartirla con tod@s l@s usuari@s de nuestra página. ¡Feliz Sant Jordi con rosas km 0!
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