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Emisiones y consumo global ¿Por qué nuestra huella de CO² tiene en cuenta lo que consumimos?

Mariel Vilella

Si en el proceso de fabricación de tu nuevo móvil se emiten X toneladas de gases de efecto invernadero, adivina a cargo de quién corren esas emisiones: son parte de tu contribución anual al cambio climático? O son parte de la contribución anual de los chinos que lo fabricaron? Si tu respuesta es la primera, ya sabes cómo funciona el cálculo de emisiones de cada país según el Protocolo de Kyoto. Si tu respuesta es la segunda o tienes dudas, quizás te interese saber lo que ocurre con las emisiones de CO² cuando las analizamos desde la perspectiva del consumo global. 

En los últimos años hemos oído muchas veces en los medios de comunicación que, de acuerdo con el Protocolo de Kyoto, los países industrializados deben disminuir sus  emisiones en algo más de un 5% respecto a los niveles de 1990 antes de llegar al 2012 para frenar el cambio climático. Para afrontar esta problemática, cada país contabiliza y se responsabiliza de las emisiones generadas en su territorio por las actividades productivas de los diferentes sectores (energía, industria, transporte, servicios, etc.). Según este enfoque, basado en la producción de cada estado, si se fabrican unas zapatillas en España y se exportan a Francia, la emisiones de esa fabricación se consideran españolas. Mientras que si, por el contrario, importamos unas zapatillas de China (como es el caso habitual),  las emisiones se considerarán chinas.

Así es como funciona la metodología de registro de gases de efecto invernadero (GEI) en el marco del Protocolo de Kyoto, un sistema que se usa en todo el mundo y que puede distorsionar el mapa global de emisiones. Según explica el profesor de economía de la Universidad de Oxford Dieter Helm, un país como el Reino Unido, por ejemplo, puede tener
una huella de carbono baja (ver el recuadro ¿Qué es la huella de carbono?) gracias a que en su economía tiene un peso importante el sector servicios, que produce menos gases GEI que el sector industrial, mientras que importa y consume bienes con una huella de carbono alta (acero, aluminio, vidrio, productos químicos, etc.) cuya fabricación se ha deslocalizado
hacia países como China, India y otros países en desarrollo en los que las emisiones no están obligatoriamente reguladas ni controladas*. Así, el Reino Unido cumple con Kyoto sin que ello repercuta en ningún cambio significativo en relación al cambio climático a nivel global**. Y al otro lado de la partida, los países en desarrollo como China se resisten a aceptar restricciones en su nivel de emisiones, sabiendo que en gran parte éstas son fruto
de producir los bienes que exportan a los países desarrollados***.

Frente a la metodología de Kyoto basada en la producción, la propuesta de analizar la huella de CO² desde la perspectiva del consumo tiene en cuenta las emisiones de GEI asociadas a la fabricación y transporte de los productos y servicios que se consumen en cada país, incluyendo los que se importan de otros países. Así, en la huella de CO² española, se contabilizarían las emisiones asociadas a la producción de zapatillas en China que compramos aquí; e igualmente las zapatillas producidas en Elche pero exportadas a
Marruecos quedarían incluidas en la huella de CO² marroquí.

Esta perspectiva es especialmente relevante cuando el comercio internacional, el nivel de consumo y los flujos de materias primas y productos no han cesado de aumentar en las últimas décadas, contrarrestando así los efectos de las iniciativas que se han impulsado a nivel internacional y nacional para reducir las emisiones de GEI. En este sentido, dibujar el mapa global de emisiones desde la perspectiva del consumo puede facilitar el llevar a
cabo un análisis integrado que permita diseñar una respuesta eficaz y equitativa al problema del cambio climático.

¿QUÉ ES LA HUELLA DE CARBONO?

La huella de carbono o huella de CO² (carbon footprint en inglés) es el volumen total de emisiones de dióxido de carbono que se originan de forma directa e indirecta por una actividad determinada (las emisiones directas serían las que genera un coche con el motor en marcha, las indirectas las asociadas al proceso de fabricación del mismo coche, por ejemplo). Se puede calcular a diferentes escalas, como puede ser la población de un territorio, organización, producto o individuo.

La huella de CO² suele incorporar sólo las emisiones de dióxido de carbono, pero puede también incorporar el total de gases de efecto invernadero en forma de dióxido de carbono equivalente. En este caso, también se denomina huella climática.
Para hacerte una idea de tu huella de carbono:  www.josoclasolucio.com/calculadora/indexcat.php

LA HUELLA DE CO² DETRÁS DEL CONSUMO DOMÉSTICO

Un estudio ha hecho el análisis de las emisiones según la perspectiva del consumo en el caso del Estado español, y muestra que la huella de CO² ha aumentado notablemente
en la última década, debido en gran parte al aumento del volumen de importaciones de productos y servicios de otros países****. Efectivamente, importamos muchas más zapatillas que no exportamos. Por tanto, si aplicamos esta metodología alternativa e incluimos las emisiones de estas zapatillas y demás productos importados, vemos que nuestra contribución al cambio climático es mayor que la contabilizada según la metodología establecida por el Protocolo de Kyoto. Si no las incluimos, las emisiones que generamos a través de nuestro consumo quedan externalizadas en el país productor. Y como ecíamos, si éste no forma parte de los 38 países industrializados comprometidos en la reducción de emisiones por el Protocolo de Kyoto, como es el caso de China, nadie tiene el compromiso de reducir esas emisiones.

Este mismo estudio ha calculado la huella de CO² a partir del consumo final de los  hogares, diferenciando las componentes directa e indirecta y, dentro de ésta, el transporte. En el caso de un restaurante, por ejemplo, las emisiones directas serían la combustión en las cocinas, las indirectas corresponderían a las demandas inducidas a otros sectores como el alimentario, y el transporte sería la distribución de las bebidas y alimentos hasta el restaurante*****. En el gráfico vemos que el consumo asociado a la vivienda, la movilidad cotidiana y la alimentación son los componentes más importantes de la huella climática.
Por ejemplo, la vivienda es la mayor fuente generadora de huella de CO² climática, no tanto por sus emisiones directas sino sobretodo por las demandas intermedias que el sector de la construcción hace a otros sectores (por ejemplo, la fabricación de cemento). En el caso de la movilidad cotidiana (que excluye la de ocio), repercute no sólo el consumo directo de combustibles, sino también las emisiones asociadas a todo el ciclo de vida de la construcción de los vehículos y a los propios combustibles desde su extracción hasta su comercialización al consumidor final. La alimentación constituye también un ámbito relevante, especialmente por la creciente globalización e intensidad energética de la industria agroalimentaria y el incremento de la dieta basada en proteína animal. La energía consumida en los hogares, así como la huella climática asociada al ocio, en la que se incluyen los viajes y el turismo, son también ámbitos significativos.

la huella de CO² desde el consumo

 

* El Protocolo de Kyoto establece principios generales para todos los estados que lo han ratificado, pero sólo obliga a reducir emisiones a 37 países industrializados más la UE (los llamados países del Anexo I) y exime a los países en desarrollo. Se puede consultar un resumen del Protocolo de Kyoto en europa.eu/legislation_summaries/environment/
tackling_climate_change/l28060_es.htm

** D. Helm: Climate-change policy: why has so little been achieved? Oxford Review of Economic Policy vol. 24 n. 2, 2008.
*** D. Clark: West blamed for rapid increase in China’s CO². The Guardian, 23 de febrero de 2009.

**** Las emisiones de gases de efecto invernadero desde la perspectiva del consumo en una economía global. Experiencia piloto en el Mediterráneo. Estudio de caso: España.
Centro de Actividad Regional para la Producción Limpia (CAR/PL), septiembre de 2008.
***** Las emisiones de transporte están infravaloradas puesto que, por falta de datos accesibles, el estudio no contabiliza las emisiones del transporte internacional

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