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Exprimiendo el subsuelo

Nuestro planeta está repleto de bienes que utilizamos para desarrollar nuestra vida. Plantas, animales y materias de todo tipo. Mejor dicho: estaba repleto, porque usamos estos bienes sin tener en cuenta que son finitos o que tienen un cierto ritmo de regeneración, de forma que los vamos agotando.

En el caso del gas natural, estamos llegando al límite de los yacimientos que podemos explotar con relativa facilidad, y estamos yendo a por otros que contienen mucho menos gas y que se tienen que explotar de una forma mucho más complicada y cara -en dinero y en recursos-, y peligrosa para la salud de las personas y del medio, en el presente y en el futuro.

¿Qué sabiduría ponderará si hacemos bien explotando estos nuevos yacimientos, o si sería mejor prescindir de ellos y vivir como si no estuvieran?

Cómo captar el gas más escondido
Imagínate una esponja llena de agua y bien apretada dentro de una bolsa de plástico. El agua está a presión, y si pinchas la bolsa saldrá disparada formando un surtidor. Así es como se ha extraído el gas natural del subsuelo tradicionalmente: está contenido en rocas porosas y permeables (que serían la esponja), contenidas a su vez entre capas de roca impermeable; los pozos pinchan la "bolsa", y el gas sale hacia la superficie por la diferencia de presión.

Este tipo de reservas de gas se están agotando. Pero en el subsuelo también hay gas en otros lugares, en concreto dentro de otros tipos de rocas, como por ejemplo la pizarra, que tienen poros en general pequeños (pueden ser microscópicos) y que no están conectados entre sí. Es decir, el gas está enjaulado en "burbujas incomunicadas". Estas reservas pueden estar a bastante más profundidad (400 - 5.000 metros) que las tradicionales (centenares de metros).

Curiosamente, al gas que hay en estos yacimientos más escasos y escondidos se le denomina gas no convencional, y al que hay en los yacimientos "tradicionales" le llaman gas convencional, aunque el gas es exactamente el mismo. Lo que no es convencional, si acaso, es la técnica para extraer el gas escondido en estas burbujas: la fractura hidráulica horizontal (fracking en inglés). Veamos cómo funciona.

Se hace un pozo -será un tubo de acero y se recubrirá de cemento, para hacerlo más robusto y estanco- que baja hasta el estrato de pizarra (u otras rocas). Una vez allí el tubo se curva, y adelanta horizontalmente por dentro de la pizarra durante 1'5 km de media, pueden llegar a ser 3 km (se quiere aprovechar una misma instalación para captar el gas de un área lo más extensa posible). Se ponen explosivos en diferentes puntos del tubo horizontal para abrir grietas en la pizarra, y se inyecta agua a alta presión en el pozo durante 2-5 horas, para ensanchar y extender las grietas y llegar así hasta el máximo de burbujas y "liberar" su gas. Entonces se reduce la presión del agua, que vuelve en parte a la superficie junto con el gas y otras partículas que recoge de la roca; actualmente se estima que retorna entre un 8% y un 35% del fluido que se ha inyectado (se prevé que sea un 11% en el caso de las prospecciones Enara en el País Vasco), el resto se pierde por el subsuelo. Finalmente, el gas se separa de las impurezas. En un mismo pozo se hacen 8-12 sesiones de inyección de agua, para exprimirlo al máximo.

Al agua que se inyecta se le añade arena (hace de agente de apuntalamiento) y decenas de productos químicos, para maximizar el gas que se captará.

A partir de las experiencias de EE.UU. se estima que estos pozos tienen una vida productiva media de 7 años, y que la productividad declina rápidamente (se está hablando de una caída del 60%-80% ya en el primer año). Una productividad que satisface una parte pequeña del consumo actual de gas; por ejemplo, en el Reino Unido se tendrían que abrir entre 2.500 y 3.000 pozos para extraer un 10% del actual consumo anual de gas durante 20 años.

La fractura hidráulica en el Estado
La técnica de la fractura hidráulica aplicada a la extracción de gas se utiliza en Estados Unidos y Canadá, y desde la última década se viene estudiando su uso en Europa y otros lugares.

En España actualmente hay autorización para buscar hidrocarburos en 77 áreas, que se denominan permisos; las autorizaciones son para buscar gas o bien petróleo, pero por ejemplo en la zona del Golfo de Bizkaia, donde hay 32 permisos, muchos sondeos previos indican que lo que se puede encontrar mayormente es "el gas escondido", y varias explotaciones en fase de exploración ya han declarado que tienen previsto usar la técnica de la fractura hidráulica. Durante la fase de exploración se perforarán un par de pozos y se explotarán durante un tiempo para medir cuánto gas se obtiene, de qué calidad, y si la explotación será rentable. En función de esto se decidirá si los pozos pasan a ser explotados comercialmente, aunque el gas que se extraiga durante la fase de exploración ya se venderá, para recuperar parte de la inversión. A julio de 2012 todavía no se ha empezado a perforar ningún pozo por fractura hidráulica en todo el Estado (y por lo tanto la cuestión está en un punto todavía bastante reversible); sí que se han hecho trabajos previos en varios lugares.

Los permisos para hacer exploraciones para pozos de fractura hidráulica se han dado con "bastante discreción" -¿habíais oído sobre ello?-, a espaldas de las personas de los territorios afectados, y cometiendo alguna irregularidad sobre la legislación para la evaluación de los impactos ambientales. Aquí hay un mapa con las áreas (o permisos) de la península y Canarias en las que el Ministerio de Industria ha autorizado hacer prospecciones para hidrocarburos (en general).

Repercusiones de la fractura hidráulica sobre el medio y las personas

  • Para fracturar cada pozo hacen falta de media entre 9 y 20 millones de litros de agua; en la memoria ambiental de los primeros pozos a perforar en España dice que serían 35 millones. En el caso del permiso Arquetu, en Cantabria, durante los años que dure la explotación (si se acaba haciendo), y suponiendo que se ponga 1 plataforma/km2 (se suelen poner entre 1 y 3), se gastarán entre 18.000 y 52.500 millones de litros de agua; la misma cantidad que los municipios afectados usarán para consumo doméstico durante entre 10 y 40 años.
  • El fluido que sale del pozo contiene agua, gas, arena, partículas recogidas del subsuelo, que pueden incluir "de todo" y por tanto también metales pesados (mercurio, plomo...) y elementos radiactivos (radón, radio, uranio...), y los aditivos químicos, algunos de ellos cancerígenos como bencenos, xilenos o cianuros. Después de separar el gas, el fluido residual, contaminante y tóxico, se puede inyectar al subsuelo, conducirlo a plantas depuradoras de la zona -no en todas partes las depuradoras están preparadas para tratar este tipo de contaminantes-, o bien guardarlo en balsas de evaporación. Ha habido casos de desbordamiento de estas balsas, por lluvias copiosas o por errores de cálculo.
  • La perforación de un pozo dura meses, 24 horas al día, y comporta un incremento de tráfico notable: 1.000 viajes en camión para construir cada pozo.
  • Los trabajadores de un pozo de fractura hidráulica están expuestos a respirar sílice cristalina (la arena), cosa que puede provocar silicosis, cáncer de pulmón y otras enfermedades. Según un estudio que se hizo durante dos años en EE.UU., un 79% de los índices de exposición eran superiores a los límites recomendados por la autoridad sanitaria del país.
  • En viviendas próximas a las explotaciones puede haber contaminaciones de metano (casi todo el gas natural es metano). En 2008 hubo una explosión en una casa del estado de Ohio por culpa del metano acumulado en el sótano y en las cañerías.
  • Un estudio de 2008 concluyó que en Fort Worth, una ciudad cercana a Dallas (Texas), el gas causaba más contaminación del aire que todo el tránsito terrestre y aéreo de la conurbación, que tiene más de 6 millones de habitantes.
  • Se han observado casos de migrañas continuadas, náuseas, alergias y problemas respiratorios en las personas que viven cerca de explotaciones de fractura hidráulica. En EE.UU. se han paralizado explotaciones que estaban afectando al suministro de agua potable a la ciudad de Nueva York.
  • En algunos casos ha habido pequeños terremotos en áreas próximas a explotaciones por fractura hidráulica, y se ha visto que el epicentro era próximo a los pozos. Un pequeño terremoto podría agrietar el recubrimiento de cemento que impermeabiliza los pozos.
  • Cuando un pozo por fractura hidráulica se abandona se debe sellar bien para evitar futuras contaminaciones, y el sellado debe (debería) mantenerse eficaz a lo largo de toda la vida de los acuíferos de la zona; es decir, durante miles de años.

Evitar algunos de estos daños requiere redoblar las medidas de seguridad. Otros son inevitables.

Oposición a la fractura
Ante impactos tan impactantes, el Reino Unido, Alemania, Suiza, Canadá y Australia han establecido moratorias o paralizaciones regionales o locales de las prospecciones, esperando a conocer más sobre las consecuencias de la técnica. El Parlamento y el Senado francés han prohibido la fractura hidráulica, y en EE.UU. 16 municipios se han declarado contrarios a ella.

En España algunos municipios se han declarado "libres de fractura", aunque, si no hay una causa "objetiva" que impida ubicar pozos en su término municipal, pueden estar obligados a permitir las explotaciones, en aras del "interés público". De no ser que recurran a la desobediencia civil, o municipal en este caso.

Campañas de oposición:

Fracking Ez Araba (Álava)
Plataforma Navarra Antifracking
(Navarra)
Fractura Hidráulica NO (Cantabria)
Proyecto Urraca (Burgos)
www.ecologistasenaccion.org > Áreas de acción > Contaminación
Ingeniería Sin Fronteras (Andalucía)

Estas webs contienen mapas con los permisos en su zona, las noticias que se van dando sobre el tema, documentos con información (por ejemplo, el método de la fractura hidráulica está muy bien explicado aquí), manifiestos, materiales para campañas, imágenes para colgar pancartas en balcones, iniciativas de recogida de firmas, etc.

Un reportaje del programa de La 2 El Escarabajo Verde, que muestra realidades y reacciones en las poblaciones afectadas y el papel del sector energético y la esfera política.

El documental Gasland, en inglés.

El gobierno vasco calcula que las prospecciones que se llevarán a cabo próximamente en el permiso Enara (dos pozos) costarán 50 millones de euros, y no ha hecho ningún estudio sobre el rendimiento económico de una posible explotación por no tener en estos momentos datos que lo permitan. Aventuramos que para que las explotaciones fueran rentables sin una fuerte inyección de dinero público, y asumiendo el coste de anular los impactos ambientales y de salud que sean evitables (que no todos lo son), habría que subir muchísimo el precio del gas. Quizás sería la forma de enterarnos de lo que vale un peine, la ciutadanía y los sectores energético y político.

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