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Cuando tienes una idea se te enciende una bombilla, pero cuando enciendes una bombilla quizás no tienes ni idea de lo que hay detrás de este simple clic. Gasta demasiado, de qué color hace la luz, qué energía la alimenta, cuántos lúmenes da, lleva algún tóxico, cuánto tiempo dura, hacia dónde ilumina, si he de volver enseguida apago la luz?

Queremos ver la luz sobre este tema, que hay y mucha, sobretodo si es luz natural. 

Qué necesitamos
Al comprar
En casa

La luz natural nos es imprescindible para que todo el organismo funcione bien: nos permite fijar la vitamina D, mantiene a la vez el reloj biológico corporal, estimula la mente, induce al optimismo, nos hace sentir en contacto con el mundo... La luz artificial no tiene las mismas propiedades. Por todo esto, y para ahorrar electricidad, un primer consejo sería aprovechar al máximo la luz solar.

Cuando debemos usar luz artificial conviene que no sea insuficiente y que no nos deslumbre, ambas cosas nos perjudican la vista. Para realizar actividades visuales necesitaremos más, en cambio cuando queremos relajarnos o descansar querremos poca: en cada situación hemos de valorar cuánta luz necesitaremos

Para trabajar necesitamos luz fría y abundante, para relajarnos luz cálida y tenue. De otra banda, a la luz de una bombilla no vemos los colores igual que con luz natural. Para iluminarnos bien es importante fijarnos en qué tipo de luz hacen las bombillas que podemos comprar.

Las bombillas de bajo consumo gastan cinco veces menos electricidad que las convencionales y duran hasta diez veces más, pero la fabricación y el tratamiento como residuo son más complejos. Podemos valorar para qué usos vale más quedarnos con las incandescentes o halógenas.

El consumo eléctrico no para de crecer, y la inmensa mayoría de la electricidad la generan las fuentes con peores impactos ambientales: nuclear, combustión de fósiles y grandes hidroeléctricas. Como los recursos del planeta son finitos, la estrategia óptima para dotarnos de energía tendría dos grandes ejes: por una parte, buscar cómo hacer todas nuestras actividades usando cuánta menos electricidad (y energía en general) mejor.

Y por otra parte, potenciar las fuentes renovables de energía en la medida de lo posible.

Un contraste fuerte de iluminaciones nos cansa la vista. Los fluorescentes no gastan demasiada más energía cuando se encienden, pero sí que se les acorta la vida con las encendidas y apagones. Por salud y por sostenibilidad conviene poner atención a cómo usamos las bombillas.

Última actualización: julio 2014