Una falta de higiene, personal y del entorno, favorece la proliferación de enfermedades; de hecho la palabra higiene deriva de Hygeia, la diosa griega de la salud. Sin embargo, puede decirse que, en la actualidad, el nivel de higiene habitual de nuestro entorno, lavándonos tan a menudo como solemos hacer, no se justifica por motivos de salud, sino que más bien responde a una motivación de tipo sociocultural: está bien visto desprender un olor perfumado y mal visto tener el cabello graso, aunque sea sólo ligeramente. Sin duda, los fabricantes de productos de higiene aprovechan la natural preocupación por la salud para acentuar la idea de que “lavarnos a menudo es fundamental”. No obstante, el exceso de higiene también deriva en problemas de salud y medioambientales, sobre todo si se usan determinados productos.
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